Es la cultura machista la que desarrolló ciertos mitos asociados al deporte y las mujeres, y que, en cierta forma, siguen funcionando en nuestro inconsciente colectivo. Según Eitzen y Sage, estos mitos han mantenido apartadas a la gran mayoría de las mujeres de la mayor parte de los deportes. En España, durante el período franquista fueron argumentos ampliamente utilizados para evitar la práctica de los deportes más "masculinos" por parte de las mujeres. El primero de ellos, la masculinización a través del deporte, no se sustenta en nada más que en la aceptación del modelo cultural tradicional que asocia lo masculino con fortaleza y lo femenino con fragilidad.
Hoy no puede asociarse musculación exclusivamente con lo masculino, ya que se ha extendido la imagen de la mujer musculada como una opción más. El segundo mito señala que el deporte es perjudicial para la salud de la mujer. Hoy en día lo que se defiende es que el deporte es beneficioso tanto para hombres como para mujeres practicado moderadamente, y que comienza a resultar peligroso cuando se sobrepasan ciertos límites. El tercero de los mitos se refiere a que las mujeres no son “buenas” para el deporte. Este mito se ha ido derribando progresivamente a medida que las mujeres han ido introduciéndose en los diferentes deportes. Destacando y consiguiendo medallas y premios en deportes como: gimnasia rítmica, vela, judo, ciclismo, esquí, tenis, natación, atletismo, hípica, tiro olímpico, gimnasia artística...
La diferente participación deportiva en España, entre hombres y mujeres, ha sido analizada en varios estudios. De forma sintética podemos señalar que las mujeres españolas prefieren practicar actividades físico-deportivas como la natación, el tenis y la gimnasia, es decir, deportes que no contradicen el modelo femenino tradicional, como hemos visto.
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